martes, 25 de abril de 2017

Ballenas

En 1982 se prohibió la caza comercial de ballenas en los países que formaban parte de la Comisión Ballenera Internacional (CBI), debido a una elevada presión social y al lamentable estado en el que se encontraban las poblaciones de estos mamíferos. En 1994 la misma CBI creó un Santuario de Ballenas en la Antártida.

A pesar de estas prohibiciones, varios países siguen acabando con ellas:
Noruega presentó una objeción oficial a la moratoria en 1982 y continúa cazando en el Atlántico Norte.
Islandia abandonó la CBI en 1992, pero se reincorporó en 2003, con una objeción a la moratoria y comenzó la caza comercial en 2006.
(Desde 2016 Islandia: la única empresa que se dedica a industrial pesquera rorcual, no va a cazar el rorcual el verano de este año. Los balleneros, experimentan dificultades con la exportación de la carne).

Japón caza ballenas en la Antártida y el Pacífico Norte, utilizando una laguna de la moratoria a la caza comercial de ballenas, que permite a los países cazar ballenas para “investigación científica”. Sin embargo, esta “caza científica” es una farsa, ya que la carne de ballena se empaqueta y se vende en el mercado. En marzo de 2014 el Tribunal Internacional de La Haya declaró ilegal la caza de ballenas con fines científicos de Japón en la Antártida. Sin embargo Japón no hace caso del alto Tribunal.


Además de su caza, ahora las ballenas también tienen que hacer frente a otras causas que están afectando seriamente a su supervivencia: el cambio climático, la contaminación, la destrucción del hábitat y la pesca descontrolada son problemas que se deben ser abordar urgentemente si queremos un mar saludable para las ballenas, para todos los seres que en él viven y para las comunidades que dependen de él.

Lamentablemente, de las diferentes especies de ballenas que existen, casi todas sus poblaciones se encuentran reducidas, algunas al borde de la extinción, otras en lenta recuperación y algunas tienen en jaque a los científicos, que no logran descifrar si se recuperan o decrece su número. Por ejemplo, la ballena azul -el animal más grande que ha habitado jamás el planeta- aún no se ha recuperado de la caza indiscriminada que la llevó al borde de la extinción. Y como ella, muchas otras.
Estos datos son especialmente preocupantes, pues las ballenas viven mucho tiempo (pueden alcanzar entre los 70 y 150 años) y su reproducción es muy lenta.


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