Aparte de mi trabajo como azafata especializada en la atención y orientación de visitantes VIP mis experiencias se multiplican cada día. Desde la fiesta que montaron unas azafatas en la casa de una de ellas cerca del aeropuerto en la que conocí a tres azafatas francesas que están en el stand de Dassault y a unos simpáticos muchachos del de Boeing con los que nos encontramos cada tarde al salir del trabajo y para cenar, hasta el vuelo que me dió un piloto de acrobacia con un avión L-39. Es un avión ligero de combate pero ahora es de acrobacia aérea y tiene dos asientos uno delante de otro y desde los dos se puede pilotar pues también es de entrenamiento ahora es de una escuela de la Fuerza Aérea de Rusia yo he ido delante y ha empezado a dar vueltas que por poco echo la comida y de repente iba contra el suelo y yo ya he cerrado los ojos pues estaba convencida que nos estrellamos pero ha dado la vuelta al revés que el estómago me salía por las orejas y luego ha girado y nos hemos quedado al derecho a 5 m del suelo .... Cuando hemos aterrizado mi estómago ha tardado un buen rato en ponerse correctamente y aunque el piloto estaba seguro que me había gustado muchísimo puedo asegurar que en un avión de acrobacias no volveré a subir en mi vida. No tiene nada que ver con las mayores y más bestiales montañas rusas (que por cierto en Rusia se llaman montañas americanas) pues la rapidez de los cambios de posición es muchísimo mayor en las acrobacias aéreas.
Otra cosa interesante es que solo el primer día se firmaron contratos de compra de aviones comerciales grandes por valor de miles de millones de rublos. Especialmente la venta de varias unidades del MC-21 que se produce en dos versiones de longitud de 165 y 217 pasajeros
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